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Sobre el espacio público…

… se puede decir tanto, pero preferiría hablar sobre las fuentes teóricas como un espacio; sobre las cuales, en arquitectura, hay una tendencia a la reducción, por lo menos en el arquitecto común y corriente; pocos son los que hacen conexiones complejas en su aparato teórico correspondiente y son capaces de generar conocimiento innovador.

Hay recurrencias, cierto; hay convenciones, cierto; hay autores indispensables, algo de cierto tiene pero puede ser una falacia. Lo indispensable no son los autores, lo grandes arquitectos, los teóricos de la disciplina (no oficio; discusión apasionante si la arquitectura es oficio o disciplina). Las referencias externas son escasas fuera de AutoCAD, las citas bibliográficas son un lenguaje desconocido, la paciencia del pensamiento crítico es impaciente, la abstracción es recurrente, es nociva. No aquella abstracción como herramienta para procesos analíticos, sino la abstracción dentro del pensamiento arquitectónico que deviene tautología. Diseña para públicos imaginados, modelados por él —nada dicho aquí es definitivo, solamente percibido—; abstrae sociedades a conveniencia, diseña con criterios estéticos educados en la disciplina, usualmente diferentes a las de las personas que serán los dueños finales de aquellos espacios. El pensamiento teórico manejado de tal forma no construye una reducción teórica. Teoría reducida sería una expresión más real.

Los arquitectos no leen… ¿Los arquitectos no leen? Sí leen, pero poquito. Con imágenes. Sin referencias. En papel couché. Blogs. Twitter… leen, es innegable; ¿adecuadamente?, de nuevo: cuestionable aseveración. Comenzar a tratar las fuentes teóricas como un espacio sería adecuado; volver digeribles las innumerables referencias para la forma de leer de los arquitectos: como objetos tangibles, como lugares delimitados, como imágenes familiares.

La teoría arquitectónica visita siempre los mismos museos: Le Corbusier, Gropius, Villagrán, Ruskin, Vitrubio, Mies, Palladio, Wright, Derrida en algunos casos, etc. Los grupos de visitantes escuchan al guía, murmuran entre ellos, observan las imágenes expuestas, olvidan leer las fichas y esperan el término de la visita para volver a casa, ir por un café, o hacer cualquier otra cosa. Salen del museo y vuelven a casa, caminan por la calle ignorando todo estímulo sensorial, pensando solamente en las imágenes y en qué forma podrán utilizar esas imágenes, aquellas composiciones, los materiales tan hermosos y brillantes (claro, no han visto cómo después serán cubiertos, no por pátina; por el polvo, el óxido y se volverán viejos y olvidables, desechables) en sus proyectos y, ya no bocetos, planos.

Alguno se queda en el museo, observa las imágenes y nota que no le dicen nada, lee las fichas y se da cuenta que las 18 dicen lo mismo, con diferentes palabras tal vez; se decepciona y, tras vagar algún tiempo entre las salas, nota que aquel museo se encuentra cerca a una plaza viva y bulliciosa. Recorre el laberinto de salas para salir y acercarse a aquella plaza.

Vaga sin rumbo por la plaza, escucha una conversación al pasar junto a un pequeño grupo, caminará junto a una pareja y escucha algunas frases «te extrañaba, fuiste tú quien me abandonó aquella vez, debí regresar pero no supe cómo hacerlo, tuviste el…», se acerca a una mesa de un café que se abre a la plaza y le pide a un lector absorto su encendedor para prender un cigarrillo, pues olvidó el suyo en casa; observa el libro que tiene en la mesa aquel hombre, anota el título en su mente, toma el encendedor, prende el cigarrillo, agradece, se queda parado intentando decidir hacia dónde dirigirse: izquierda, derecha, de vuelta a casa… toma la derecha y abandona la plaza, camina por calles que quiebran ligeramente, observa las sombras, las fachadas; le llama la atención una persona al otro lado de la calle, le parece agradable… discretamente se acerca, piensa en las formas de entablar una conversación, avienta el cigarrillo hacia un lado y cae junto a un perro, que chilla y su dueño reclama «¡idiota!». La persona que seguía notó la situación, rió y se acercó. Aprovecha la situación y saluda, caminan, platican; «¿haces arquitectura?, sí, ¿qué me puedes decir de aquel edificio?, …, ¿y de aquel?, mejor dime tú qué piensas de ellos y qué representan para ti… ».

Recorren el lugar (¿pueblo? ¿ciudad? ¿centro? ¿periferia?), calles y plazas, a sol y sombra, no entran a ningún edificio, se acercan a algunos, observan las puertas que los rechazan y continúan su camino; encuentran uno abierto, sin puertas, sin límites que alejen o acerquen las calles y plazas: una calle fuera de las calles.

El recorrido se vuelve recurrente, otros recorridos se vuelven consecuencia, más recorridos se vuelven introspectivos, finalmente los recorridos comienzan a volverse analíticos. Piensan en nodos, en bifurcaciones, en divagaciones, en espacio público; nunca entran a los espacios cerrados, se vuelven extranjeros en su propio lugar, conocen cada forma y han escuchado y tenido bastantes conversaciones sobre la gente, el clima, la vida, los deseos, la arquitectura se vuelve un telón de fondo, una excusa espacial irrelevante para el devenir. Recorren sin buscar, andan sin un fin, llegan a nodos y los abandonan después de unos minutos o varias horas. Se acercan a la gente, la evitan. Hablan de ellos, hablan de aquellos, nunca del dónde. Ese dónde se construye en cada vector de su recorrido, son nómadas citadinos, se vuelven abstracciones irreductibles. Devienen en conjunto e imperceptiblemente superan sus lugares y caminan sin rumbo llegando a lugares adecuados.

Se pierden y se encuentran en un lugar nuevo, rodeados de gente a la que entienden sin conocer, respetando sus lugares y motivando su movimiento. Autores, referencias, lugares, tipologías, todo se vuelve irrelevante al entender de otra forma el espacio; sin embargo, están ahí, los edificios, las calles, avenidas, plazas, parques. Habrá más, habrá menos, de gran calidad, de dudosa calidad; sin embargo… se adaptan porque han aprendido a caminar fuera de los museos y de los recorridos sugeridos.

El espacio teórico es inmenso, es un lugar público y es deseable (necesario, diría yo) perderse en él, pues caminar entre campos ajenos abre los ojos y rompe los anquilosamientos sensoriales; el problema sobreviene cuando uno olvida regresar la mirada y depurar contenidos para una aplicación en lo propio: arquitectura, diseño, como deseen llamarle. El diseño mismo es un espacio público, crece y se transforma con los locales y los visitantes. Hablar como extranjero en tu propia lengua hará que el lenguaje evolucione y, con él, los espacios entendidos o creados por uno mismo y por los otros.

El mundo es un pañuelo

Sé que no he escrito en muuucho tiempo, pero eso sucede por falta de organización; aunque no por eso este blog deja de existir, tal vez serán 2 lectores —y seguro uno soy yo— pero creo que en Goole sale más seguido, por las imágenes, alguna que otra tag recurrente, no sé…


Lo que sí es seguro es que en Google images algo ha de salir, pues en una entrega de final de semestre apareció una de mis imágenes como portada de carpeta de una chica del grupo… Le pregunté que de dónde la había sacado y me dijo que ella la había hecho ( sí, ajá… ) y le dije que estaba chida ( dijo, por evitar incomodidades y al fin, sólo era un croquis del plano de la Colonia Roma ) y, lo mejor, lo agradeció… Luego le comenté que había hecho uno parecido y sólo se rio y me quitó la hoja… vaya usted a saber qué pensó, pero lo único seguro fue que sí era mi imagen.

XD

Y nomás para que no digan que no hago nada, una imagen general de cómo quedó mi entrega ( cualquier opinión, comentario, insulto, declaración de amor, etc… es bien recibida y apreciada por este su autor de confianza… sí soy de confianza, ¿cierto? ) :


Así en chiquito, para que no se la roben tan fácil *cof cof*

Postura teórica II: Concepto

Tiempo ha pasado de que escribí los inicios de la postura teórica, me parece justo comenzar ya con el tema de concepto.


He dudado mucho el cómo comenzar este tema ya que tengo ciertos temores —tal vez infundados— sobre la importancia del concepto arquitectónico; y no me refiero al problema de qué es el concepto arquitectónico en cuanto a su significado, sino a algo más elemental:


cómo darle la importancia justa.


A lo largo de la carrera he escuchado tantas discusiones inútiles sobre lo que es el concepto arquitectónico; comenzando desde qué es un concepto, y luego lo que pasa con un concepto cuando se le pone el adjetivo arquitectónico, o cuál es la forma en que el concepto arquitectónico se debe entender, hay tantas versiones que no dicen lo principal: el concepto arquitectónico es el inicio y fin de todo proceso arquitectónico.


¿cuántas veces no se ha visto que se desarrolla un proyecto a nivel ejecutivo con cientos de planos, siendo que desde un inicio el proyecto no tiene razón de ser? más aún, ¿cuántas veces no se ha visto que al final del proceso se busca una justificación conceptualoide para el proyecto? un parche requerido para justificar la existencia como arquitectura del objeto resultante.


Al final, lo importante es entender el inicio de cualquier proyecto como:


un proceso conceptual que no comprende ningún elemento físico concreto, ninguna materia, ningún material, solamente la necesidad espacial específica del proyecto y entenderla a través de un sistema homólogo o un elemento abstracto que compacte los requerimientos principales.


Esto puede sonar terriblemente incoherente y estoy de acuerdo que lo es en este punto, pero aún falta explicar algo: es una parte del proceso muy sutil y considero bastante efímero su tiempo de vida; el entender el sistema símil es entender el concepto base.


En el momento que el concepto base es asimilado, a partir del requerimiento arquitectónico, se deben entender sus límites y sus alcances; al entender este segundo nivel de abstracción, se obtienen las herramientas indispensables para la argumentación crítica de los demás elementos, como la materia y los materiales.


Cada concepto contiene elementos muy simples; de hecho, el concepto mismo es el elemento mental más simple, pero conlleva ciertas implicaciones que lo vuelven afín con otros conceptos no arquitectónicos, los cuales son los verdaderos elementos configuradores del espacio arquitectónico.


Finalmente —en esta linea de argumentación general— el concepto arquitectónico es un elemento mínimo en el proceso general de la arquitectura que a pesar de su simpleza es el verdadero articulador de un proyecto arquitectónico. Dicho eso con motivo de aclarar los conflictos creo existentes en el desarrollo conceptual de la arquitectura, a saber:


otro problema muy común en la arquitectura es la interpretación errada del concepto como una analogía formal.


Un concepto arquitectónico es una abstracción de la significación espacial de un proyecto, una analogía formal es un resultado visual que nada tiene que ver con un concepto que es el fundamento esencial.


Pensé hablar de tipos de conceptos, mas no estoy seguro aún de un método de clasificación; por ejemplo, no me parece correcto diferenciar los conceptos por su capacidad de extensión, algunos permiten mayor experimentación espacial, otros mayor experimentación material, otros mayor experimentación matérica y es un hecho que eso no los vuelve diferentes en su calidad, modifica su capacidad, pero no es motivo suficiente para separarlos. Eventualmente podría ser útil la división para facilitar su aplicación y economizar el tiempo de especulación conceptual… aún no estoy consciente de la estructura de dicha taxonomía, así que decido dejarlo como tema pendiente ya que no afecta el desarrollo de el tema del concepto en sus generalidades.


Como cierre momentáneo del concepto y pauta de inicio para el siguiente tema —materia— me gustaría hablar de la permanencia del concepto a través del proceso proyectual:


A pesar de que el tema es muy conflictivo, me parece que la gran mayoría de los arquitectos (esperando realmente que fuesen todos) considera el concepto arquitectónico como una constante del proceso que es susceptible de modificaciones superficiales o reconfiguraciones en su estructura inicial; no es el inicio físico del proceso proyectual, tal vez el concepto no es algo consciente durante las primeras etapas, lo cuál tampoco significa que no exista; existe desde el inicio, está durante el proceso e inevitablemente llega un punto en el cual el diseñador descubre cierta constante en el proceso… ¡No es una epifanía! es sólo el devenir del proceso a un plano consciente. En un proceso ideal —tomando como ideal la claridad del proceso e identificación del método y transiciones de etapas, nunca pensando en el proceso real como algo menos efectivo… he dicho que el proceso es personal y la efectividad depende de cada diseñador, nunca del método teórico que, al seguirlo al pie de la letra (golpe fulminante para mi propuesta tal vez) se vuelve un texto lleno de buenas intenciones pero sin ninguna capacidad trascendental— el concepto necesita devenir en cualidades físicas específicas no definidas aún en este punto; las intenciones que expresan el rango de acción del concepto requieren una resonancia material que sólo ciertos elementos son capaces de proporcionar, el encontrar aquellos elementos es la primera parte del proceso donde interviene el plano de la realidad física —asumo la existencia de una realidad ontológica abstracta para fines prácticos en el proceso a pesar de que es un tema justamente discutible, con gran variedad de posturas y sin respuesta clara aún—, realidad que mostrará, aparentemente, de forma clara las primeras intenciones del proyecto.


El siguiente tema es, claramente, la materia; será dividido en dos partes, a saber: abordando la conexión del concepto con la realidad física en una primera etapa (materia), seguida de la explotación de los recursos físicos disponibles para el diseñador (material). Dividido así con el deseo de crear una conexión clara entre la conceptualización pura, la conceptualización dirigida y las posibilidades estructurales reales.

Postura teórica I

Hago primero la sutil advertencia —a arquitectos, teóricos y estudiantes emancipados—: Esta postura teórica no planeo comprometerla a un proyecto inmediato o, cuando lo haga, siquiera a un proyecto específicamente arquitectónico ya que es una postura y un plan de acción para enfrentar un proyecto de diseño, nunca intentará ser un proceso dogmático con una metodología definida —esa viene después, primero hay que entender el proceso de creación de cada diseñador—, esa se obtiene personalmente y de acuerdo a las necesidades de un proyecto específico.

Es una postura concebida a través de la poca experiencia obtenida en, digamos, mi vagar por muchas áreas del diseño —arquitectónico, de interiores, industrial, gráfico, tipográfico, textil, colaboración incluso en algún proyecto artístico— y al encontrar tantos puntos en común, sucede que comienzo a encontrar ciertos elementos rectores, también con ayuda de no pocas conversaciones informales; algunas de horas, otras tantas sucintas.

Ya que es una postura algo compleja de desarrollar de manera compacta por la forma en que ha sido adquirida, planeo desarrollarla en varias entradas.


Comencemos como primer tema con los paradigmas y su caducidad.

Este primer tema que, más que iniciar un proceso, se refiere a terminar con aquel bache que se llama paradigma. No digo que se deban ignorar, se deben asimilar y nunca tomar sus componentes como paradigma de diseño, nunca hay que seguir el lineamiento por el mero hecho de que sea un paradigma. Lo único que se debe tomar de los paradigmas es aquello útil.

Basta ya con el paradigma de la modernidad en la academia, peor aún, el paradigma de la posmodernidad está llevando a la ruina todo proceso creativo por la forma en que se ha manejado: como libertad total y berrinche anti-moderno antes que como una forma de plantear una nueva linea metodológica que pudiese llegar a ser un punto de partida para todo diseñador (pienso que en mi planteamiento pudiese intentar lograr eso… pero no, no lo creo) y crear una referencia cultural tan fuerte como la modernidad; cosa que, claramente, no se logró ni logra ni logrará con la posmodernidad.

Cada paradigma y corriente conceptual tiene un ciclo de vida muy claro: concepción, ruptura, apogeo, declive, revival y abandono.

Concepción: Sucede dentro de una corriente anterior, durante su etapa de declive y con la necesidad de creación de una postura adecuada a las necesidades de la sociedad de aquel momento que la postura anterior no es capaz de sustentar ya.

Ruptura: Cuando la corriente comienza a tomar fuerza y logra demostrar ante la sociedad expectante que es capaz de sostener sus necesidades mediante los postulados y obras que sustentan su bandera.

Apogeo: Es la etapa donde comienza la muerte de la misma postura ya que al no sostener un diálogo con otras propuestas comienza a perder claridad y convertirse en un paradigma, una solución preconcebida que evitará el análisis de la problemática real.

Declive: La postura ha caducado y comienzan a nacer nuevas ideas, frescas, con capacidad de sostener lo que ésta postura ya no puede y nace un diálogo entre ambas, es el último momento en que dicha postura será capaz de reconfigurarse y sobrevivir.

Revival y abandono: La última fase sucede cuando una postura no logró una reconfiguración y otras propuestas han tomado ya su lugar, llega un momento en el que, después de un primer abandono, algunos retoman sus postulados como nostalgia histórica y al comprobar que realmente no es más que un pastiche histórico terminan por abandonarla y se vuelve caso de estudio teórico sin sustento práctico.

Éste ciclo de vida muestra cómo cualquier planteamiento debe evitar caer en la idea de la infalibilidad de sus premisas, cuando ello sucede se pierde la claridad entre vida y teoría; cuando sucede aquello, es claro que un postulado, fuese tan bueno como pudiera ser capaz, no podría sostener un ejercicio proyectual consecuente con las necesidades sociales. Que esto esté sucediendo actualmente en la academia arquitectónica es clara muestra del matrimonio que muchos docentes han contraído con ciertas ideas y su necedad a ponerlas en perspectiva y demostrar que son incapaces de satisfacer a la sociedad actual.

Con esto no entro aún en el proceso proyectual que he adoptado, sino que busco aclarar la premisa principal de tal postulado:

No buscar un proceso dogmático, sino un proceso especulativo en su misma naturaleza, sin buscar un planteamiento estético lograr una experiencia estética y poética al explorar nuevas premisas proyectuales como:

  • Un proceso basado en la experiencia estética no visual del usuario.
  • Un lugar vivido a través de sus ambientes.
  • Un concepto capaz de sustentar un proyecto configurado mediante planteamientos de vida y no de lenguaje.
  • Un lenguaje abstracto que no aleje la atención de lo verdaderamente importante del proyecto.
  • Una solución primordialmente social y no económica.
  • Un diseño integral especulativo, nunca preconcebido.

Con estas premisas pienso ser capaz de desarrollar los siguientes temas:

concepto, materia, lenguaje y sociedad.

Supongo que serán cinco entradas en total, mas puede que no, eso sería cerrar el campo especulativo y el constante crecimiento de la postura.

Finalmente invito a que comenten y me digan si en algo puedo estar errado, en algo que no he mencionado, alguna falacia, alguna aportación, cualquier cosa que sea capaz de ampliar dicho postulado, aún sin nombre.


¿Qué sucede cuando después de una época de poca carga de trabajo llegan las vacaciones?

Cuando antes dormías a las 4 o 5 de la mañana y te levantabas a las 10 para llegar a las 12 a tus actividades —que ya de por sí es un horario algo extraño—, llegan vacaciones y ya no tienes que levantarte a las 10 y el horario comienza a avanzar y las horas de sueño a recuperarse y llega el punto.

Dormir de 9 AM a 5 PM…

Es la antítesis del trabajo, dormir en horarios de oficina… Es lo mismo que muchos hacen en su trabajo, la única diferencia es que tienen los ojos abiertos y les pagan por ello T_T

Irónicamente es cuando siento que más he trabajado en lo que va del año —pena debería darme decirlo en público—, he acuareleado, dibujado, croqueado, leído bastante, comenzado a definir un planteamiento teórico propio —ahí luego hablamos de eso—, ampliado mis redes sociales, comenzado a apreciar la poesía —antes no lo hacía, no por falta de aprecio, sino por una extraña aversión patológica—… en fin tantas cosas…

El punto aquí es que necesito arreglar este desastre de vida que llevo, no porque no me siente bien sino, porque creo que no funciona con el mundo de la arquitectura —y eso ya está cabrón, es casi requisito no dormir para poder sacar los proyectos de la forma más incoherente posible—, y si no puedo adecuarme al mundo de la arquitectura; menos podré hacerlo al mundo real (arquitectos, no neguemos que vivimos en otro mundo donde creemos que la gente realmente pagaría por nuestros malviajes U_U)

La gran pregunta que queda:

¿Cómo fregados recupero un horario de sueño decente manteniendo las ganas de trabajar que llegan sólo en la noche?

Si alguien lo sabe, por favor que lo diga… o en su defecto, una sugerencia para funcionar en el mundo real con mis actuales hábitos ^_^

En serio, sentirme extraño entre arquitectos ya suena a pleonasmo >.<

Proceso

un proceso conceptual de un coso que evoque la sensación de morada… algo corto el proceso aún pero como que ya ahí va, sólo faltan un par de cosas y hacerlo ya a tamaño real… >_<

…

¿A alguien se le ocurre un verbo que represente el coso?

La tautología de la arquitectura

O bien podría ser la ambigüedad del pensamiento del arquitecto…

Hablan, hablan, hablan, hablan y al final cada quien tiene su propia idea y todo está bien aunque todo está mal y realmente la interpretación final depende finalmente del usuario y no del arquitecto.

Hablan de cómo un objeto debe expresarse a sí mismo y tener fuerza al representar una idea específica… Los elementos matéricos, la intención, los sonidos, las percepciones, todo debe ser claramente representado en el objeto. Puede ser cierto, puede no serlo; al final es cierto entre arquitectos, un mismo lenguaje, una misma interpretación y sin necesidad de palabras se da a entender toda intención arquitectónica y es más que clara para el lector de espacios experimentado.

Aunque vayámonos del otro lado, ¿qué sucede con el lector incidental de espacios?

Aunque se intente presentar un espacio totalmente claro para su lectura y vivencia —según el arquitecto y los cien críticos arquitectónicos que quieran—… cómo se espera que una persona que no hable el mismo lenguaje que uno entienda que:

un muro paralelo a otro, en un acceso que crea un quiebre del flujo, intenta representar la angustia por el despliegue de la posmodernidad y la añoranza del pasado emocional de la arquitectura y que, a través de un quiebre, creará un umbral que separará  interior y exterior para finalmente enfatizar esa postura de separación del movimiento
—finalmente la idea es parte de la misma posmodernidad, pero eso es para otra ocasión… o no—

¿Cómo le dices todo eso a alguien que sólo irá a aquel espacio para hacer lo que tenga que hacer?

Más aún, el arquitecto intentará expresar eso y al final el usuario lo leerá como un par de muros que enfatizan el acceso, como un par de planos que crean un quiebre de flujo, parte del lenguaje del objeto mismo, representando la dinámica del espacio y la necesidad de crear vestíbulos tangibles en el inmueble… a ver, pausa. Todo eso está contenido en la presentación inicial de la intención y…

Ummm… ¡Carajo!… He caído en una contradicción; acabo de mostrar que puede ser cierto lo que yo mismo decía que no… XD

¿Será? ¿O sólo será que interpreto de forma involuntaria lo que aquellos muros quieren decir? Finalmente, bien que mal estoy más que atascado de este lenguaje —no digo que sea malo, no lo puede ser— y tal vez alguien que no lo esté, pudiese no entender ninguna de las anteriores y sólo ver la entrada, con muros, con quiebre, sin él, entender la vestibulación, o tal vez no, o sólo ver aquel lugar como un edificio horrible del que no entiende siquiera dónde está la entrada…

Todo este intento de evitar una explicación sucinta y aquel —tal vez dijera un psicólogo— temor a la claridad y el lenguaje directo, era para llegar a esta simple —o no tanto, pero sí corta— pregunta:

¿Cómo se crea un objeto que represente un ensueño personal —por irracional que sea— que tenga fuerza y sea claro para cualquier observador?

A veces sí puede tener algo de experimental e interesante la facultad, nomás no lo digan en voz alta.

Sea como sea el resultado de esta pregunta, al final del día la especulación es lo que me mueve… Aunque creo que, después de todo este escrito especulativo y aparentemente sin finalidad real —espero que no–, puede ser más que claro.

Flujo estático del espacio

Sólo una ventana amplia, no hay más. Aquella es la imagen que enmarcará una vista siempre cambiante, diferente cada minuto, cada segundo, una secuencia de elementos que al inicio son incoherentes, atractivos, grandes distracciones por su belleza.


Antes que caigas en cuenta te encuentras mirando la caja tipográfica de un libro que aún emana aquel aroma a tinta que tanto amas, lo abres un poco, metes la nariz y respiras profundamente y en un instante la casa se llena de aquel olor; abres los ojos y sientes que al tocar el interior de las hojas tu dedo se llenará de tinta, así que te limitas a tomarlo de los bordes limpios de la página blanquecina.


Observas el blanco de la hoja y piensas que no debería ser ese el nombre, debería ser alguno más adecuado para aquel color hueso del papel y en un instante recuerdas todos los libros que has leído y piensas en todas las sutiles tonalidades de los papeles, algunos se sienten más grises, otros más rojos, los menos memorables son puramente blancos.


Vuelves a la mancha tipográfica, comienzas a leer y mientras avanzan las lineas escuchas.


Un sonido familiar, una canción que amas, los compases avanzan perfectos con el ritmo de la lectura; por momentos vas de la música a las palabras y viceversa, te adentras en el texto cuando  la música pierde intensidad, te introduces en los acordes mientras pasas frases de transición y, también, hay momentos en que ambos descienden y haces una pausa para contemplar las imágenes que se suceden por la ventana. Observas lugares familiares, lugares desconocidos, por momentos prestas atención a la gente y sonríes cuando tu mirada se cruza con la de alguien interesante, aunque nunca lo suficiente como para sacarte de tu casa.


Mientras, te descubres acariciando la textura del papel, del piso, de la ropa… Nunca, ni un sólo momento, la música se ha detenido; toda melodía que has escuchado es agradable, incluso la más corta te trae algún recuerdo.


Continuas las páginas, los capítulos, las canciones, la música, las vistas que arroja aquella ventana, luces, sombras, todo fluye a la par; armónicamente cuando debe y también desentona cuando es necesario, el flujo es en cualquier sentido y mientras todos los elementos avanzan y piensas que te encuentras en algún otro lado te descubres en la misma posición, cada vez que piensas en ello, encuentras la misma respuesta, tú no te has movido.


Llegas a las últimas escenas del libro, avanzas a través de las últimas páginas y cuando has leído la frase final te levantas de tu asiento, detienes la música, abres la puerta que se encuentra detrás de ti y sales de la casa para revivir de alguna forma lo que has leído.


Dentro todo era penumbra y te envolvía la atmósfera del libro y la música, sales y es completamente abierto, iluminado… piensas en la ventana y las imágenes, ¿era una pantalla, una televisión? sabes que no; lo piensas un poco más y te das cuenta que lo único que cambiaba realmente en el paisaje fuera de la ventana era el tiempo. Combinado con las imágenes que se encontraban en el libro el paisaje mismo se transformaba. No cambió el árbol, no cambió la calle, no cambió nada pero todo devino a algo nuevo. Dentro de tu casa lo percibes con fuerza, mas cuando sales de ella dudas de la certeza de tu pensamiento.

Eufemismos arquitectónicos I

Un prisma rectangular de tres metros con dos vanos = una cajota con dos hoyos…

Fines de semestre


Siempre están llenos de estrés los fines de semestre:
Entrega tras entrega, proyectos inacabados, ideas que se quedaron en papel, detalles que nunca se supieron resolver, desvelos, litros de café, cientos de cigarrillos, horas y horas de música que no escuchas por estar haciendo planos y maquetas o peleándote con tu equipo y mentándote la madre cuando no hay equipo.
Pero… no es mi caso, no hay proyecto que se pueda quedar a medias, 
no hay ideas que transferir a papel —bueno, sí, pero no sobre el espacio así que no son del todo relevantes en este post—, los litros de café sí llegan pero no por necesidad al igual que los cigarrillos, horas y horas y horas de música que escucho y disfruto sin discusiones ni peleas ni nada… sólo trabajitos intermitentes que no hacen sentir que haga algo en la escuela; unos buenos, otros no tanto y los más, realmente innecesarios! pero algunas platicas hay que sí fueron agradables.
De lo último es un trabajo con Mauricio Rocha, algo interesante por su visión de la arquitectura a través de la extrapolación de ideas y conceptos de una disciplina paralela a ésta: la fotografía. Algunas de sus fotos son buenas otras no tanto, pero lo más importante de su plática fue que mencionara a Josef Koudelka, un gran fotógrafo que tenía años que no escuchaba algo de él… de hecho desde que tomaba aquellas clases de fotografía en diseño.
De eso salió algo que fue de mi agrado, no una idea completa, pero sí una 
imagen que expresa varias ideas: luz y sombra, dualidad, contención, apertura y cierre… creo yo buenas y con la posibilidad de aplicarse en algún proyecto concreto… Ok, tal vez he divagado de más así que dejo la imagen que salió para lo que dejó Rocha.