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La tautología de la arquitectura

O bien podría ser la ambigüedad del pensamiento del arquitecto…

Hablan, hablan, hablan, hablan y al final cada quien tiene su propia idea y todo está bien aunque todo está mal y realmente la interpretación final depende finalmente del usuario y no del arquitecto.

Hablan de cómo un objeto debe expresarse a sí mismo y tener fuerza al representar una idea específica… Los elementos matéricos, la intención, los sonidos, las percepciones, todo debe ser claramente representado en el objeto. Puede ser cierto, puede no serlo; al final es cierto entre arquitectos, un mismo lenguaje, una misma interpretación y sin necesidad de palabras se da a entender toda intención arquitectónica y es más que clara para el lector de espacios experimentado.

Aunque vayámonos del otro lado, ¿qué sucede con el lector incidental de espacios?

Aunque se intente presentar un espacio totalmente claro para su lectura y vivencia —según el arquitecto y los cien críticos arquitectónicos que quieran—… cómo se espera que una persona que no hable el mismo lenguaje que uno entienda que:

un muro paralelo a otro, en un acceso que crea un quiebre del flujo, intenta representar la angustia por el despliegue de la posmodernidad y la añoranza del pasado emocional de la arquitectura y que, a través de un quiebre, creará un umbral que separará  interior y exterior para finalmente enfatizar esa postura de separación del movimiento
—finalmente la idea es parte de la misma posmodernidad, pero eso es para otra ocasión… o no—

¿Cómo le dices todo eso a alguien que sólo irá a aquel espacio para hacer lo que tenga que hacer?

Más aún, el arquitecto intentará expresar eso y al final el usuario lo leerá como un par de muros que enfatizan el acceso, como un par de planos que crean un quiebre de flujo, parte del lenguaje del objeto mismo, representando la dinámica del espacio y la necesidad de crear vestíbulos tangibles en el inmueble… a ver, pausa. Todo eso está contenido en la presentación inicial de la intención y…

Ummm… ¡Carajo!… He caído en una contradicción; acabo de mostrar que puede ser cierto lo que yo mismo decía que no… XD

¿Será? ¿O sólo será que interpreto de forma involuntaria lo que aquellos muros quieren decir? Finalmente, bien que mal estoy más que atascado de este lenguaje —no digo que sea malo, no lo puede ser— y tal vez alguien que no lo esté, pudiese no entender ninguna de las anteriores y sólo ver la entrada, con muros, con quiebre, sin él, entender la vestibulación, o tal vez no, o sólo ver aquel lugar como un edificio horrible del que no entiende siquiera dónde está la entrada…

Todo este intento de evitar una explicación sucinta y aquel —tal vez dijera un psicólogo— temor a la claridad y el lenguaje directo, era para llegar a esta simple —o no tanto, pero sí corta— pregunta:

¿Cómo se crea un objeto que represente un ensueño personal —por irracional que sea— que tenga fuerza y sea claro para cualquier observador?

A veces sí puede tener algo de experimental e interesante la facultad, nomás no lo digan en voz alta.

Sea como sea el resultado de esta pregunta, al final del día la especulación es lo que me mueve… Aunque creo que, después de todo este escrito especulativo y aparentemente sin finalidad real —espero que no–, puede ser más que claro.

1 Comment:

  1. Rodion said...
    Igual que la lectura del arte. Aún y que nadie lo pueda leer más que como muros, ventanas, etc. queda la obligación del arquitecto/diseñador de proveer el sustento del proyecto.

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